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El trastorno distímico (distimia) y su relación con las adicciones


La distimia o trastorno distímico no es más que una alteración persistente del estado de ánimo. Es un trastorno depresivo crónico que se ha mantenido presente en la vida de las personas casi a diario durante al menos dos años.


Debido a ello, en la 5ta Edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) se ha modificado su nombre atendiendo a sus características clínicas, pasando a denominarse trastorno depresivo persistente. El trastorno distímico (distimia) tiene relación con las adicciones.


Por motivos didácticos mantendré la denominación precedente, dado que es con la que están más familiarizado los usuarios y por la que aun se realizan las búsquedas de información en Internet. La distimia es un trastorno que puede afectar a más del 5% de la población general, aunque se observa con mayor frecuencia en mujeres menores de 64 años, individuos jóvenes y solteros o personas con bajos ingresos de forma general.


Criterios diagnósticos

Me permito reproducir los criterios diagnósticos de la distimia, trastorno distímico o trastorno depresivo persistente, para que el lector gane más claridad sobre el tema:

  • A: estado depresivo presente gran parte del día, la mayoría de los días, por al menos dos años. Un año en niños y adolescentes, que también pueden presentar un estado de ánimo irritable.

  • B: junto con lo anterior se presentan dos o más de los siguientes síntomas:

    • Cambios en el apetito (aumento o reducción).

    • Insomnio o hipersomnio.

    • Falta de energía o fatiga.

    • Baja autoestima.

    • Dificultad para concentrarse o tomar decisiones.

    • Sentimientos de desesperanza.

  • C: los periodos libres de síntomas no sobrepasan los dos meses seguidos (si se presentan).

  • D: durante más de dos años se pueden cumplir con los criterios para un trastorno depresivo mayor.

  • E: el individuo nunca ha tenido episodios maníacos o hipomaníacos y no cumple con los criterios para la ciclotimia.

  • F: la sintomatología no se ve explicada por otros trastornos, como el esquizoafectivo persistente, el delirante, la esquizofrenia o cualquier otro de su espectro.

  • G: no se puede atribuir la sintomatología al abuso de sustancias o a otra condición médica.

  • H: la sintomatología causa angustia e impedimentos en áreas del funcionamiento.


Si observamos con atención todos criterios de la A-H podremos observar que este diagnóstico solo puede ser realizado por un profesional debidamente cualificado. Debemos recordar que la información que ponemos a vuestra disposición es meramente divulgativa y que en ningún caso capacita a nadie para realizar un diagnóstico tan complejo como el de este trastorno.


Tratamiento

El tratamiento de este trastorno consiste en una combinación de intervenciones farmacológicas y esquemas de psicoterapia. Lamentablemente, los recursos que se dedican a las acciones psicoterapéuticas no son suficientes y la persona que padece esta enfermedad corre el riesgo de quedar en manos de los psicofármacos.


En post anteriores hemos hablado de la epidemia silenciosa que representa el consumo de psicofármacos en España y sus consecuencias. No obstante, si estas personas no reciben tratamiento alguno, este trastorno corre el riesgo de evolucionar hacia una depresión mayor.


Sin embargo, este no es un post sobre la distimia, sino sobre su relación con las adicciones. Dado que en la Clínica Recal tratamos adicciones, propongo comenzar brindando una panorámica general sobre los pacientes con distimia que usan drogas y su diferencia con aquellos que presentan una patología dual.


Depresión persiste y alcoholismo

Podríamos decir que el alcohol es un recurso socialmente recomendado para la gestión de emociones. No son pocas las personas que invitan a un amigo a una copa cuando necesita apoyo y consuelo. Para muchos un trago es todo lo que necesitan para romper la inhibición y compartir aquello que les oprime el pecho.

El problema es que este recurso socialmente aceptado puede convertirse en una trampa mortal para un grupo de personas, es decir, aquellas que corren el riesgo de desarrollar un trastorno por consumo de alcohol. Lamentablemente no podemos saber a quiénes afectará y a quiénes no, por lo que la frase “prevenir es mejor que curar” cobra especial relevancia en este tema.


El abuso y adicción al alcohol es un problema de peso en los trastornos depresivos. Debido a ello, se le ha dedicado un considerable número de estudios. Para este post utilizaré luna revisión publicada en 2019 en Alcohol Research.

Los resultados revelaron que las personas que desarrollan un trastorno por consumo de alcohol tienen dos veces más probabilidades de haber padecido un trastorno distímico durante el año previo a su desarrollo, que sus contrapartes que no padecen de alcoholismo.


No es de extrañar, por tanto, que el 11% de los pacientes con dependencia al alcohol que están en tratamiento presenten un diagnóstico dual de distimia. Esta cifra sube al 33% si el diagnóstico dual es un trastorno depresivo mayor.


Distimia y opiáceos

Como ya he señalado, el tratamiento de los pacientes con un trastorno distímico requiere de intervenciones farmacológicas prescritas en consultas médicas y de psiquiatría. También señalaba que, en ausencia de intervenciones psicoterapéuticas, estos pacientes corren el riesgo de abusar de estos medicamentos. Muchas de estas drogas tienen un tremendo potencial adictivo.


Hace algunos años un grupo de investigadores se interesaron en la diferencia entre aquellos pacientes con distimia que desarrollaron un trastorno por consumo de opiáceos y otros pacientes con adicción a la heroína. Los resultados de este estudio fueron publicados en el Medical and Health Science Journal en 2012.


Ambos grupos de pacientes mostraron perfiles ligeramente diferentes. Por ejemplo, el inicio de la adicción a los opiáceos era más tardío en aquellos pacientes con un trastorno distímico con períodos de abstinencia mucho más prolongados. Igualmente, los signos de la enfermedad estaban presentes mucho antes de iniciarse el consumo de drogas.


Un estudio muy similar, pero realizado con una muestra mucho mayor fue publicado en 2020 en el International Journal of Current Research and Review. En este caso, se analizaron casi 300 pacientes con adicción a los opiáceos, donde el 31% de los mismos presentaba un trastorno distímico. Se realizó la exploración de los pacientes atendiendo a los síntomas de abstinencia y una vez superada esta etapa.


En este estudio también se observó que el cuadro depresivo estaba presente antes de la abstinencia en los pacientes con distimia, mientras que solía aparecer a posteriori en aquellos que no presentaban esta patología dual. También en los primeros se observaban más quejas de malestar físico, acompañadas de ideas de inferioridad e insolvencia. De igual forma, estos pacientes tienden a abusar del tratamiento pautado.


Suicidio, alcohol y opiáceos

El suicidio es un gran problema en nuestra sociedad. Según datos de la OMS ocurre una muerte por suicidio cada 40 segundos. De hecho, se reconoce como la segunda causa de muerte en personas jóvenes.


Para incidir sobre este problema es necesario realizar acciones educativas y de prevención. La combinación del alcohol y otras drogas puede convertirse en un potente detonante, especialmente cuando existe un trastorno depresivo de base.

Un estudio publicado hace apenas dos meses en Current Addiction Reports nos alerta de impacto del consumo de alcohol y opiáceos sobre el riesgo de suicidio. Los investigadores concluyen que el consumo de estas sustancias (no necesariamente combinadas) es muy común en las personas que realizan intentos de suicidio.


Aún debe ganarse más claridad en los mecanismos que detonan esta conducta en presencia de estas sustancias, pero repito que “prevenir es mejor que curar”, sobre todo porque si se logra el objetivo no quedará nadie para curar.


A modo de conclusión

El trastorno distímico es un importante problema de salud mental que afecta a más del 5% de la población general y se observa con mayor frecuencia en mujeres menores de 64 años, individuos jóvenes y solteros o personas con bajos ingresos.

Las personas que desarrollan un trastorno por consumo de alcohol tienen dos veces más probabilidades de haber padecido un trastorno distímico durante el año previo a su desarrollo, que sus contrapartes que no padecen de alcoholismo.

Se estima que alrededor del 11% de los pacientes con dependencia al alcohol que buscan tratamiento presenta un diagnóstico dual de distimia.


Muchos pacientes por trastorno por consumo de opiáceos presentan criterios previos de un trastorno distímico. Se ha observado que el cuadro de abstinencia puede ser más prolongado en estos pacientes duales.


Por último, se ha resaltado que el consumo de alcohol y opiáceos suelen ser importantes detonantes de numerosos intentos de suicidio.

Debido a ello, el tratamiento integral a los pacientes duales que presenten un trastorno distímico de base debe tomar combinar adecuadamente estrategias farmacológicas y psicoterapéuticas.

Feliz semana


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