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Prevención de recaídas en la segunda Navidad y sexta ola de la COVID-19




Estas serían las segundas Navidades (y fiestas de cierre e inicio de año) desde que la Pandemia de la COVID-19 llegó al hemisferio occidental y en España ya vamos surfeando la sexta ola. En esta ocasión nos pilla con más del 85% de la población con pauta de vacunación completa y camino a la tercera dosis.


El dilema de las cenas y reuniones se ha desplazado de “quién puede ser considerado como allegado” del 2020 al “invitarías a alguien que no esté vacunado” del 2021. ¿Vacunarse o no vacunarse? ¡Esa es la cuestión! En definitiva, la nueva normalidad se va pareciendo a la vieja normalidad, pero con Pasaporte COVID allí donde lo pidan.


La Navidad es una época de encuentro y unión familiar. Nos invade una sensación de bienestar, armonía, conexión y paz que se experimenta en las personas. Se inicia una temporada de fiestas, que comienzan mucho antes de la Nochebuena y terminan después de Reyes.


Existen numerosos estímulos para que compremos, bebamos, juguemos y, de forma general, seamos más indulgentes con nosotros mismos. Muchos suelen comer, comprar o beber mucho más de lo que habían planeado, sin que ello les suponga un problema. Sin embargo, existe un grupo de personas que tienen dificultades con el control de los impulsos y que pueden verse afectados en mayor medida por estas fechas.


En el presente post me gustaría analizar por qué el riesgo de abuso, consumo o recaídas puede ser mayor en estas fechas para aquellas personas que padecen una adicción. Al escribir “adicciones” y “navidad” en el buscador de Google y aparecerán millones de resultados.



Cuando el bienestar se confunde con el consumo


El problema no son las fiestas. El problema es la idea generalizada de relax y diversión asociada al consumo. Como ya decía hacemos cosas que no solemos hacer y nos permitimos licencias que no solemos permitirnos el resto del año. No es de extrañar que los controles de alcohol y droga de la DGT se multipliquen en estas fechas.


En las fiestas que rodean la Navidad, cierre e inicio de año nuevo, nuestro entorno suele ser muy permisivo y, lejos de censurar, se alientan algunos excesos. Quizás por ello sea casi una constante que muchos conductores rocen el límite legal de alcohol antes de las 12 del día. “Es que estaba brindando con algunos colegas” o “no es nada, solo era un brindis” pueden ser dos excusas habituales.


A este recurso se le denomina minimizar. Las personas restan importancia a la realización de determinadas conductas y sus consecuencias. También existe la tendencia a creer que los demás serán indulgentes y comprensivos, aunque sean agentes de tráfico a cargo de realizar un control de alcohol y drogas. Y la realidad es que tiende a ser así. De lo contrario la frase “un día es un día” no tendría mucho sentido.



Abuso de drogas ilegales: tiempo y copas


“Yo no tengo problemas con el alcohol, mi problema es la coca” o “solo me daré un trago” son dos frases que ilustran el desconocimiento que existe sobre el efecto del alcohol en la toma de decisiones y su implicación para desatar otros consumos. Existe evidencia de que cuando una persona bebe alcohol, se reduce la actividad cerebral de los centros encargados del control consciente de la conducta.

La consecuencia para muchos será una resaca y cargar con algunas decisiones poco afortunadas. Como dice la canción de Joaquín Sabina “demasiadas cervezas, dijo al ver mi cabeza al lado de suya en la almohada”. La mayoría, podrá enviar esos recuerdos al lugar “donde habita el olvido” o será una anécdota divertida para contar más adelante.


Sin embargo, para una persona que padece una adicción, dar vacaciones a la región del cerebro donde se encuentra el “policía de la conducta” es un riesgo que no puede permitirse correr. Las decisiones negativas suelen sucederse y ser tantas y de consecuencias a menudo tan devastadoras que a nivel personal serían equiparables a la destrucción que ha dejado el Volcán de La Palma, el desbordamiento del Ebro o los tornados que recientemente han arrasado algunas ciudades de los Estados Unidos.



Excusas convincentes, pero falsas


“Ves, solo bebí un par de copas y no pasó nada”. Como dice un colega, “es cuestión de tiempo y copas”. Más adelante ni siquiera podrán estar en pie o mantener una conversación cuando llega la cena de Nochebuena (eso si aparecen).


¿Cuántos adictos a la cocaína llamaron a su “camello” a la tercera copa o se fueron a buscar sexo con prostitutas? ¿Cuántos adictos al juego han despertado al día siguiente con la cuenta corriente en cero o con deudas escandalosas luego de pasarse la noche apostando online tras el “primer trago”?


En fin, el alcohol es una reserva para muchos adictos, aunque no sea su sustancia o comportamiento de elección. Para un adicto, sostener la intención de no consumir es una meta tremendamente difícil para la que necesita todos sus recursos cognitivos funcionando al 100%.


También se dice que de buenas intenciones está pavimentado el camino al infierno. Para alguien con un patrón compulsivo de compras cualquier día del año es bueno para dejar sin saldo una tarjeta de crédito, así que una época donde comprar es la regla y no la excepción, resulta un detonante perfecto.


Al realizar otra búsqueda en Google con los parámetros “compras compulsivas” y “navidad” surgieron más de 300 000 resultados. “La Navidad incrementa el trastorno de las compras compulsivas” y “cómo evitar las compras compulsivas en Navidad” fueron los títulos más frecuentes. Por tanto, resulta obvio que en estas fechas resultan propicias para facilitar las recaídas de las personas con este problema.



Ideas para las familias afectadas por la enfermedad de la adicción


Además de la sexta ola de Delta y la alarma generada por Ómicron, para la familia de una persona afectada por la enfermedad de la adicción la llegada de estas fechas supone otro motivo de preocupación y sufrimiento. Muchas veces resulta la crónica de una “muerte” anunciada, pues anticipan lo que puede ocurrir y solo queda esperar el desenlace. “Terminará liándola seguro”, suelen afirmar algunos familiares; sin embargo, hay esperanza si el familiar busca ayuda y comienza a cambiar el control por los límites.


Para la familia en recuperación, la Navidad puede ser una buena oportunidad para establecer límites claros y así prevenir el desastre, o ayudar a que el adicto toque fondo y pida ayuda. No es objeto de este post recomendar cuáles son los límites más efectivos, para eso la Fundación Recal pone gratuitamente a disposición de las familias que llaman al centro pidiendo ayuda, dos Grupos Terapéuticos semanales en nuestra sede de Majadahonda y otro en la de Madrid.


Solo me gustaría transmitir que existe esperanza si el familiar entiende que no sólo es el adicto el que debe cambiar su comportamiento. Quizás el mejor regalo que se pueda hacer un familiar es entender que si sigue haciendo lo mismo, difícilmente podrá obtener resultados diferentes, que también la familia tiene un problema y que necesita cambiar como sistema.



“Prevenir es mejor que curar”


Cuál es tu plan para prevenir una recaída en la Navidad, preguntaba a un paciente con 6 meses de abstinencia en una sesión. Inmediatamente comenzó a narrarme cómo se protegería durante la cena de Nochebuena, pero desconocía si el Grupo de NA al que asiste permanecería funcionando los días que usualmente lo hace, o con qué compañeros podría quedar si necesitara ayuda. Simplemente asumía que todo seguiría como siempre.


No cuestiono la buena voluntad de este paciente, ni su firme deseo de mantenerse abstinente, pero comprendo que no es capaz de calcular objetivamente los riesgos asociados a estas fechas y esto mismo les pasa a muchos otros. Para ello basta ver los cerca de 500 000 resultados que arroja Google cuando se introducen las palabras “navidad” y “recaída”, donde los títulos “la peor época para los adictos”, “vuelven las recaídas” o “la época con más recaídas” suelen ser los más frecuentes.



A modo de conclusión


Con el avance de la vacunación, que supera el 85% de la población con pauta completa y el retorno del ocio (con o sin Pasaporte COVID), la nueva normalidad tiende a parecerse bastante a la vieja.


Las fechas que se avecinan son probablemente las más bonitas del año en nuestra cultura, por el significado que traen aparejado. Debido a ello solemos otorgarnos licencias que en otros momentos no nos concederíamos.


Estoy seguro de que se puede disfrutar sin excesos, si las personas se focalizan más en los aspectos espirituales que en los asociados al consumo. No debemos confundir bienestar con consumo.


Para las personas afectadas por la enfermedad de la adicción y sus familiares suele ser una época muy difícil. En estos casos sugiero que el mejor regalo que se pueden hacer es comenzar a mirarse a sí mismos y tener el valor de buscar ayuda en caso de ser necesario.


¡Felices Fiestas!

Boris C. Rodríguez Martín PhD.








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