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Lo que sabemos sobre la “adicción al amor”



No son pocos los autores que han argumentado que el amor romántico y la adicción poseen numerosas similitudes psicológicas, químicas y neuroanatómicas. Para comenzar a construir este post desde los cimientos debo referirme primero al amor y luego hablar de cuál es su relación con las adicciones.


Los modelos más influyentes dentro de la Psicología concuerdan en que el amor romántico se compone de tres factores interrelacionados: pasión, intimidad y compromiso. Un análisis del tema en 166 países reveló que el concepto de la atracción romántica está presente en el 89% de las sociedades estudiadas.


La pasión tendría como objetivo fomentar la atracción en la pareja, es una etapa de mucho sexo y constantes “subidones” ante la presencia del otro. En esta etapa la necesidad de pasar cada vez más tiempo con la pareja se va incrementando y la ausencia del otro se vivencia con angustia. Es el lazo que se necesita para pasar más tiempo juntos y fomentar el desarrollo de las siguientes.


La intimidad, por su parte, tiene como objetivo generar la interdependencia que une a la pareja tanto emocional, como conductualmente. Por último, el compromiso es el factor que se encarga de mantener unida a la pareja a través del tiempo.


Reconozco que no suena muy romántico nada de esto, pero resulta fundamental para entender el problema que nos ocupa, pues la por adicción al amor podría ser considerado como un bucle de la pasión, como se verá más adelante.


Algo que aclarar sobre la intensidad del deseo y la pasión.


Si bien al inicio la pasión sexual es dominante, se desvanece con el tiempo. Está documentado algunas parejas perciben esta disminución de la frecuencia en las relaciones sexuales y la necesidad de estos encuentros como una merma en la calidad de la relación.


De hecho, a este problema se le ha denominado el “efecto de la Luna de Miel”. Los resultados de un estudio sugiere que podrían experimentarlo alrededor del 10% de las mujeres y el 14% de los hombres.


Es importante aclarar que la mayor parte de estas parejas logran superar este efecto y consolidar la intimidad y el compromiso. Otro estudio con parejas de más de 10 años de matrimonio brinda datos esclarecedores al respecto. Los resultados mostraron que el 40% de las parejas manifestaban sentirse profundamente enamorados aún.


Incluso, se suele sobreestimar el deseo de tener más de una pareja en nuestra especie. En el libro Anatomía del Amor se resalta que en las culturas donde es permitida la poligamia, solo entre el 5-10% de los hombres suele tener más de una esposa.


También comenta la autora que la mayor parte de los divorcios suelen ocurrir cuando el primer hijo cumple los cuatro años, con una probabilidad de ocurrir del 50% para los matrimonios en general y del 35% para el primer matrimonio.


¿Por qué nos enamoramos?


Para entender cómo surgió el amor romántico debemos remitirnos a los principios de la Psicología Evolutiva, más que a una bonita historia que nos emocione. Según un interesante artículo, el amor romántico no es más que una “herramienta de compromiso” con una función muy concreta: detener la búsqueda de parejas.


La evolución de dicha herramienta puede estudiarse a través de las conductas de acoplamiento de pares en las distintas especies. Existen distintas formas en la que este acoplamiento se puede establecer: un macho y varias hembras; una hembra y varios machos o relaciones monógamas y duraderas.


En este sentido, los autores sostienen que el amor romántico es una fuerza motivacional subyacente que sustenta tanto la monogamia, como la vinculación de la pareja a largo plazo.


El bucle de la Pasión.


Para empezar, me gustaría señalar que muchas de las similitudes entre el amor romántico y la adicción se encuentran mayormente exacerbadas en la etapa de la pasión. Obviamente el circuito de la recompensa en esta etapa funciona “a tope”.


El amor romántico no es una enfermedad, sino una herramienta evolutiva que tiene una finalidad específica. El problema viene cuando una persona no puede trascender una de las etapas de la relación previamente descritas y se queda en bucle.


Aunque en me gustaría centrarme en el bucle de la pasión, no se puede limitar a este factor. También hay severas distorsiones de la intimidad o del compromiso, como pueden verse en el caso de la codependencia.


La persona que se percibe como adicta al amor, puede decirse que busca una eterna Luna de Miel. En estas personas existen dificultades para transitar a las etapas de intimidad y compromiso. Quizás debido a ello pueden terminar una relación seria, o incurrir en episodios de infidelidad para buscar, “nuevas emociones” como suele decirse en muchas canciones.


Los resultados de una pequeña encuesta en España revelaron que el 27% de las mujeres y el 36% de los hombres reconocen haberle sido infiel a su pareja. La infidelidad no solo era entendida como tener sexo con otra persona (91%), sino que abarcaba áreas como el sexting (46%), tontear (23%), masturbarse pensando en otra persona (12%) o ver porno (4%). Solo el 46% de los encuestados considerase como infidelidad besar en la boca a otra persona.


¿Cómo tratar este “mal de amor”?


Debo aclarar, por si no resulta obvio, que las personas enamoradas no pueden ser objeto de intervención psicológica por el mero hecho de estarlo. Es probable que muchos de los criterios para recibir una terapia dependan de cada persona, aunque la respuesta afirmativa a las preguntas que se plantean más arriba puede dar alguna pista.


También puede estar relacionado con las dificultades de salud y en las distintas áreas de desempeño personal y social, que este tipo de conducta puede traer aparejado. Más allá de las intervenciones psicológicas convencionales, los autores de un provocador artículo llegan a establecer los criterios de una “biotecnología del anti-amor”.


En lo personal, creo que estamos lejos de poder establecer criterios para este tipo de tratamiento “biotecnológico” cuando todavía se desconoce tanto. Hacen falta un mayor desarrollo teórico del tema, estudios de prevalencia y el análisis de la comorbilidad y solapamiento con otras alteraciones psicopatológicas.


Otra postura es la que siguen los grupos de ayuda mutua de 12 pasos. En este caso el de Adictos al Sexo y al Amor. En primer lugar, plantean un grupo de interesantes preguntas para realizar un profundo proceso de introspección. De la respuesta a las mismas depende la incorporación de las personas al grupo. Veamos algunas debajo:


· ¿No se siente vivo "de verdad" a menos que se encuentre en compañía de su pareja sexual o amor romántico?


· ¿Ha destruido o puesto en peligro por sus aventuras alguna relación seria en alguna ocasión?


· ¿Cree que su vida carecería de sentido sin enredos amorosos o aventuras sexuales?


· ¿Necesita "estar enamorado" para sentirse un hombre o una mujer de verdad?


· ¿Cuándo está separado de su pareja sexual, le invaden sentimientos de inquietud o desesperación?


Aunque se trata de un programa de ayuda más complejo y también falto de validación científica, me gustaría cerrar con algunas ideas generales, extraídas de su camino de la recuperación.


1. El amor y el sexo en el seno de una relación sana no alimenta la adicción.


2. Resulta importante encontrar desde el interior los conceptos de integridad y dignidad.


3. Se alcanza la verdadera liberta a partir del cambio del estilo de vida.


4. Es necesario recuperar y practicar el autorrespeto.


5. El autoconocimiento, la conexión y el servicio son pasos necesarios para realizar el cambio.


6. A través de este camino se pueden establecer relaciones basadas en el amor y la intimidad.


¡Feliz semana!

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