El cannabis no es una “droga blanda”

Muchas personas piensan en el cannabis, la marihuana o los porros como una “droga blanda”. Hace algunos años escribí un post para este mismo blog sobre los mitos y efectos acerca del consumo de porros. Como suele ocurrir en la mayor parte de mis escritos, para reducir los sesgos asociados a mi experiencia o juicios, apelo más a la evidencia científica que sobre un tema se ha venido acumulando.
En aquel momento le di una vuelta de 360◦ al asunto. El post sigue teniendo bastantes visualizaciones y no había vuelto a escribir sobre el tema. Sin embargo, la semana pasada (octubre de 2021) se debatió un Proyecto de Ley en el Congreso de los Diputados de España para la legalización del cannabis y equiparar su consumo al del tabaco.
La idea de sus defensores es aprobar el uso recreativo y equiparar legalmente su consumo al del tabaco ¡Cómo si el tabaco fuera un ejemplo de algo! ¡8 millones de muertes al año cuesta, solo por inhalación directa! Entre ellas, las de 60.000 niños que aspiran el humo ajeno
¡Cómo si la guerra que se ha librado, y aun se libra, para poner límites al consumo legal del tabaco, y los espacios donde se autoriza fumar no fuera una tarea titánica en sí misma! ¿Acaso se nos olvida lo difícil que resulta lidiar con los lobbies del alcohol, el tabaco o el juego?
Otro argumento distinto es la utilización del cannabis con fines médicos para personas con diversas enfermedades, como dolor crónico, cáncer terminal y esclerosis múltiple. En este punto se seguiría el camino emprendido por otros países (que también aprueban el uso recreativo), algunos de ellos dentro de la UE.
Aunque desde el inicio de este post, que se publica en el blog de la Clínica Recal para el Tratamiento de las Adicciones, quiero dejar claro que no soy partidario de la legalización del uso recreativo del cannabis, pretendo defender mis argumentos desde la evidencia. También analizaré el uso de cannabinoides con fines médicos, que es un tema diferente, intentando separar el grano de la paja.
Cannabinoides con fines médicos
En diciembre de 2018 el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxinas publicó el texto Uso Médico del Consumo del Cannabis y los Cannabinoides: Preguntas y Respuestas para la Elaboración de Políticas. Este informe hace una importante distinción entre los cannabinoides para uso médico y los preparados del cannabis.
Por “medicamento” se comprende aquellos productos que contienen cannabinoides y que han obtenido una autorización de comercialización. Esta autorización se obtiene tras un proceso que suele implicar permisos y ensayos clínicos para la evaluación de seguridad, eficacia y efectos adversos, por solo citar los elementos más relevantes.
Por su parte, por “preparados del cánnabis” se hace referencia a los productos derivados de la planta Cannabis Sativa que no tienen una autorización de comercialización para uso médico. Muchos de ellos pueden tener una presentación similar a la de un medicamento y otros se parecen más a un porro.
En España existen asociaciones como el Observatorio Español del Cannabis Medicinal que pueden proporcionar asesoría a los interesados, ya sean pacientes, familiares o profesionales sanitarios. Por ejemplo, en la sección dedicada al tema de los vómitos y nauseas como consecuencia de la quimioterapia, cualquier interesado puede encontrar información derivada de numerosas investigaciones científicas.
Creo entender que algunos medicamentos que contienen cannabinoides ya se prescriben en España y estoy de acuerdo en el uso compasivo de algunos preparados del cánnabis en determinadas patologías, siempre que no exista otra opción disponible y esté respaldado por el criterio de un médico. Para estos usos del cannabis queda bastante claro el por qué y quiénes serían los potenciales usuarios.
El tema de la legalización del uso recreativo tiene otras connotaciones y no creo que los políticos que la defienden no puedan verlas. Algunas tienen que ver con el incremento de las tasas de consumo en adolescentes (de por sí elevadas en la actualidad), y otras con la experiencia de lo difícil que ya resulta lidiar con la publicidad y los lobbies del alcohol, el tabaco y el juego, para además agregar uno nuevo: el del cannabis.
Experiencia del uso recreativo en los Estados Unidos: 2008-2016
El 13 de noviembre de 2019 JAMA Psyquiatry publicaba los resultados de una investigación sobre la asociación entre la legalización del uso recreacional de la marihuana y los cambios en el uso y el trastorno por consumo de cannabis. Los datos recolectados reflejan lo ocurrido en un período de ocho años y la muestra de personas encuestadas superó el medio millón.
Me voy a interesar solo por lo que ocurrió con los chicos con edades comprendidas entre 12 y 17 años. Esta etapa del desarrollo merece aún más atención, menos permisividad y mejores estrategias de prevención para evitar el inicio temprano en el consumo de alcohol y tabaco, no digamos ya el cannabis. El efecto de los daños de las drogas en el cerebro del adolescente suele dejar importantes secuelas para el resto de su vida, a veces irreversibles.
Pues bien, aquí van dos datos de interés. En primer lugar, me referiré al incremento del consumo. Este fue un 25% más elevado con respecto a los estados donde el uso recreativo del cannabis no estaba legalizado. Por último, me interesan los datos del incremento de trastornos por consumo de cannabis. ¡Se incrementaron más de un 20%! Si las tasas de consumo actual de cannabis entre los adolescentes nos parecen un problema, estos datos dan motivos para pensar.
¿Necesitamos un lobby de la marihuana?
El uso recreacional del cannabis no solo abre las puertas a que alguien pueda usarlo legalmente o cultivar algunas plantas en la terraza para el autoconsumo, es mucho más que eso. Implica la creación de una industria legal con todas sus implicaciones.
Como ya decía, lidiar con la fuerte influencia de los lobbies del alcohol, el juego y el tabaco ha sido una tarea de Titanes. Las medidas que han podido implementar muchos países han costado décadas de lucha de numerosas asociaciones.
No creo que sea un tema de “buenos y malos” o “blanco y negro”, soy consciente de que hay muchos matices y aristas. Las preguntas que me hago son si realmente queremos crear otro Goliat y si ello abriría el camino para la legalización del resto de las drogas que hoy son ilegales.
Un artículo del New York Times de abril de 2016 hacía referencia al gran negocio de la marihuana en California. En 2015 las ventas de marihuana en ese estado habían alcanzado los 2700 millones de dólares. La legalización fue un terremoto en la bolsa y las inversiones, los precios de las tierras de cultivo se triplicaron y, como siempre, la industrialización pone en jaque a los pequeños productores.
Solo en 2020 el estado de California había recaudado más de 1000 millones de dólares solo por concepto de impuestos derivados de la venta de marihuana y creado más de 200.000 puestos de trabajo. Tanto es así que en 2020 la pandemia no los golpeó porque fueron considerados como “establecimientos esenciales” en ese estado y pudieron operar durante la cuarentena. ¿Veis por dónde voy?
Muchos de los políticos que apoyan la legalización de la marihuana se llevan las manos a la cabeza cuando hablan de la pandemia que ha desatado el juego en los adolescentes. De hecho, muchos se escandalizaron cuando el sector del juego recibió ayudas para paliar los efectos del confinamiento.
A modo de conclusión
Me gustaría concluir diciendo que este no es un tema sencillo, por tanto, no hay un solo punto de vista. He expuesto mis razones y a evidencia sobre las que la sostengo. En primer lugar, los debates sobre el uso terapéutico y el uso recreativo deben ir por caminos separados. En segundo lugar, aprobar el uso recreativo abriría una industria que generaría grandes ingresos y generaría muchos puestos de trabajo, pero también abriría una caja de pandora con consecuencias alarmantes.
Finalmente, creo que debemos abandonar o repensar el concepto de “droga blanda” y pongo como ejemplo al tabaco. ¿Podemos considerar como droga blanda una sustancia que mata ocho millones de personas cada año por inhalación directa, entre los que se encuentran 60.000 niños que ni siquiera se han llevado un cigarrillo a los labios?
El cannabis tiene sus luces y sus sombras. Puede ser muchas cosas, buenas y malas según se mire, pero no es una “droga blanda”. Pensemos un poco en ello.
¡Feliz semana!
Boris C. Rodríguez Martín PhD.