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Diario de un adicto en recuperación (I)




CAPÍTULO 1. SOLTANDO LASTRE.

Comienzo esta reflexión recordando lo mucho que pesa la adicción en activo. Dándole vueltas a la idea de que quizá estar en recuperación significa ir quitándome capas y capas de pesado e inútil ropaje sucio y maloliente.

Porque en activo me pesan las manos y los dedos, mis brazos incapaces de articular movimientos. Me pesan las ganas de nada salvo de quedarme en la cama todo el día protegido por las sábanas y un teléfono desconectado por la vergüenza. Me pesa una garganta destrozada incapaz de articular una sola palabra. Me pesa la conciencia de lo hecho la noche anterior. Me pesa el pedir dinero a cualquiera pensando que ya todo da igual. Me pesan las piernas y su peso me impide caminar. Me pesa el estómago harto de úlceras y comida a domicilio. Me pesan los nervios. La soledad. El ‘otro día lo hago’. La vergüenza. El ‘hoy no puedo ir a trabajar’. Las excusas. Las mentiras. Las lágrimas.


El peso era tan insoportable que pensaba que nunca podría deshacerme de él. Que sólo podría soportarlo arrastrándome hacia un bar, hacia cualquier esquina, escondiéndome en la cama, en la calle, en la noche. Pero al día siguiente todo volvía a pesar. Cada vez más.


Porque las pesadas capas del traje de la adicción activa sólo se quitan tomando decisiones. Cogiendo el toro por los cuernos. Poniendo acción. Pidiendo ayuda para retirar poco a poco la pesada costra que me impedía moverme… e iniciar un proceso permanente de suelta de lastre. Un lastre invisible del que no me he dado cuenta hasta que lo he soltado y me he sentido un poquito más capaz de levantar el vuelo.


Soltando lastre. Ganando altura. Un día más.

Adicto Anónimo

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