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Consecuencias del abuso de psicofármacos durante la cuarentena


Los riesgos que para la salud mental supone una cuarentena son numerosos y todos están mediados por nuestra percepción del paso del tiempo, que depende del contexto. Por ejemplo, una hora de una conversación interesante nos parecerá un minuto y, por el contrario, unos minutos de una charla aburrida nos parecerán una hora. ¿A cuántos días “normales” equivaldrían casi dos meses de confinamiento?


Obviamente, al tiempo transcurrido y percibido en cuarentena hay que añadir el efecto de otras variables socioeconómicas o demográficas. El problema de la cuarentena es que no solo se trata de quedarse en casa con la familia, sino que se hace en un contexto totalmente nuevo, donde las interacciones cambian.

En este contexto, saber gestionar funcionalmente el aburrimiento o la ansiedad y el miedo, es más que necesario que nunca. De lo contrario se corre el riesgo de incurrir en conductas perjudiciales para la salud como beber o comer de más.


UNA LLAMADA DE ATENCIÓN SOBRE EL ABUSO DE PSICOFÁRMACOS

El pasado 1 de mayo Maximiliano de Habsburgo, director y presidente de la Clínica Recal resaltaba en una entrevista publicada en La Razón, que el confinamiento contribuye a que aumenten los casos de abuso o dependencia de psicofármacos. Y es que el abuso de medicamentos de prescripción médica no es un problema menor.


De hecho, en España se ha observado que los psicofármacos más elegidos suelen ser aquellos con efecto sedante y ansiolítico. El Informe 2019 del Observatorio Español de las Drogas y las Adiccionesdestacó que el incremento del consumo ocasional de estos medicamentos (con o sin recetas) superó por primera vez el 20% de la población general y su consumo diario se acerca peligrosamente al 6%. ¡Más de 2 millones de personas consumen psicofármacos a diario!


Resalta el informe que la edad media de inicio del consumo de psicofármacos suele ocurrir después de los 30 años y que tiene mayor prevalencia en las mujeres que en los hombres. De hecho, se estima que 1 de cada 10 mujeres los consumen a diario.


UNA CRONOLOGÍA DEL PROBLEMA DURANTE LA CUARENTENA

El 26 de enero, cuando el coronavirus era aún “un problema de China” y las autoridades sanitarias no veían motivos para alarmarnos, se publicaba un artículo en el XLSemanal que abordaba el consumo de ansiolíticos como una adicción silenciosa.


En este artículo se destacaba que el problema con la prescripción legal de estos medicamentos radica en que solamente el 19% de las recetas que se emiten en España son realizadas por psiquiatras, mientras que el 81% provienen de las consultas sobresaturadas de los médicos de familia.


Una semana después de la “crisis del papel higiénico” los medios en España alertaban del incremento de la venta de alcohol en los supermercados. El ejemplo más extremo era la cerveza, cuya venta había aumentado un 75%.


Sin embargo, durante este mismo período hubo otra alerta en Argentina, emitida el 25 de marzo por del Sindicato de Farmacéuticos y Bioquímicos destacando que, en los 7 días previos a la nota informativa: la venta de psicofármacos se había disparado. Dentro de la demanda, señalaban que el Clonazepam y los antidepresivos eran los más vendidos.


Me animé a realizar una búsqueda en Google (2 de mayo), con los términos “insomnio”, “ansiolíticos”, “fármacos”, “psicofármacos”, “cuarentena”, “COVID-19” y “coronavirus”. Aunque encuentro varios reportajes de prensa en Argentina, no tuve tanta suerte con la prensa en España.


¿Qué ocurre? ¿Hemos normalizado este problema? ¿Asumimos que es normal durante la cuarentena? El artículo con el que comencé esta sección considera que estamos trivializando un problema que es una bomba de relojería con costes millonarios.


CUANDO EL ANTÍDOTO SE CONVIERTE EN VENENO

¿Será que los investigadores no ven motivos para alarmarnos? Fue la pregunta que me hice ante mi dificultad para encontrar notas de prensa en España que dieran seguimiento al problema. Supongo que para escribir un reportaje los periodistas consultan expertos o revisan investigaciones académicas que den soporte a sus ideas. Al indagar en Google Académico pude encontrar algunos estudios bastante recientes e interesantes.


El 19 de abril se publicaba en el Journal of Affective Disorders un estudio que analizaba los efectos a largo plazo del empleo de elevadas dosis diarias de benzodiacepinas, en pacientes con trastornos de ansiedad y/o depresión. De hecho, se observó que cuando se emplean elevadas dosis durante períodos prolongados de tiempo, aumentan la depresión, el uso de antipsicóticos de segunda generación y las dificultades con el sueño.


También señalan los autores que los adultos mayores son una población muy vulnerable, pero de ello hablaré en la siguiente sección. De hecho, sugieren que los pacientes deben ser informados por su médico acerca de la existencia y disponibilidad de otros tratamientos alternativos.


ADULTOS MAYORES, UNA POBLACIÓN DIANA

Dado que el consumo de estos fármacos tiene un curso inverso al de las sustancias ilegales (que tiende a decrecer con la edad), me preguntaba si los adultos mayores podrían estar doblemente expuestos. Por un lado, el COVID-19 y por otro el abuso de psicofármacos para hacer frente a esta situación. Para mi sorpresa, a pesar de que el camino que debe seguir un artículo científico es más largo (debe pasar un proceso de revisión por pares antes de ser aceptado), encontré información.


El 22 de abril se publicaba en The American Journal of Geriatric Psychiatry un artículo que alertaba sobre los riesgos que supone el incremento del consumo de benzodiacepinas por parte de los adultos mayores durante el confinamiento. Toman para ello datos históricos de otras situaciones de emergencia, donde si bien se ha observado que los niveles de consumo se reducen de forma “natural” una vez superado el peligro, esta reducción suele demorar unos meses.


El problema con estos medicamentos en personas mayores de 65 años radica en los potenciales efectos adversos sobre las funciones cognitivas y motoras, pudiendo ser la causa de episodios de desorientación y delirios. Se señala que estos problemas se agravan si durante el tratamiento se toman otras drogas, como opioides de prescripción médica (tratar el dolor crónico) o alcohol.

Pensemos que los adultos mayores conforman la población más vulnerable; que llevamos dos meses en aislamiento; luego vendrá la desescalada; aún no disponemos de una vacuna y se esperan rebrotes en los siguientes meses. ¿De verdad podemos correr el riesgo de dejar la gestión del miedo, la ansiedad y los problemas del sueño de nuestros mayores en manos de las benzodiacepinas?


PEDIR AYUDA

Aunque me he centrado en las benzodiacepinas, están lejos de ser los únicos psicofármacos de los que se abusa en España. Para ganar mayor claridad sobre el problema que supone el abuso de estos medicamentos, animo a los lectores a buscar el post Adicción a medicamentos de prescripción médica que escribí hace unos meses.


En este, como en cualquier otro contexto, saber identificar el problema es fundamental. Debo decir quevencer la negación no es una tarea sencilla y más aún cuando la sustancia de elección se puede conseguir tras una visita al médico. Con esta idea en mente, me atrevo a formular algunas preguntas que podrían dar al lector algunas pistas:

  • ¿Las dosis de los psicofármacos que me recetan ha ido en aumento?

  • ¿Necesito una mayor cantidad para obtener el mismo efecto?

  • ¿Pido citas con el médico para tener un stock de reserva?

  • ¿He exagerado mis síntomas o mentido para obtener una receta?

  • ¿He cambiado por mi cuenta la pauta para sentir mayor efecto?

  • ¿Los he combinado con alcohol para potenciar su efecto?

Obviamente no son estas todas las preguntas necesarias para diagnosticar un patrón de abuso o dependencia. Tampoco se ofrecen como un cuestionario validado. Solamente se trata de un ejercicio para tomar conciencia del problema.

En nuestra experiencia en tratamiento de adicciones, hemos observado que resulta más difícil modificar un patrón de adicción a estos medicamentos que a cualquier otra sustancia no legal. De forma general, los pacientes tardan más en vencer la negación y encuentran más excusas para que se las vuelvan a prescribir, aun cuando existan otros psicofármacos con efectos similares.

En nuestras entrevistas motivaciones solemos decirle al cliente que este camino se comienza dando tres pasos. El primer paso es darse cuenta del problema, el segundo consiste en pedir ayuda y el tercero enaceptar esa ayuda. Quizás sea por eso, que todo aquel que llama a Recal Clínica de Tratamiento de Adicciones ha dado ya los dos primeros.


A MODO DE CONCLUSIÓN

El abuso de psicofármacos es una gran epidemia silente mucho antes de la cuarentena. Los medicamentos de los que más se abusa en Españas son aquellos con efecto ansiolítico y sedante, donde destacan las benzodiacepinas.

El número de artículos de prensa que alerten al respecto en los grandes medios parece ser insuficiente, sobre todo cuando la población de riesgo durante la cuarentena coincide con la del COVID-19: los adultos mayores.


Para darle solución a este problema debemos comenzar dando tres pasos, el primero es identificarlo, el segundo pedir ayuda y el tercero aceptarla.


¡Entre todos venceremos al coronavirus!

¡Haz tu parte!

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