¿Adicción a los Selfies?

Un Selfie no es más que una foto que se hace uno mismo con un dispositivo móvil. La idea es dejar constancia de un momento agradable, un sitio impresionante o cualquier otra actividad que estemos haciendo que consideremos relevante. Esta conducta puede ser muy funcional y no tiene mayor trascendencia en el día a día de muchas personas. Sin embargo, otros pueden llegar a obsesionarse, llegando hasta el extremo de poner en riesgo sus propias vidas.
Cada vez son más frecuentes las noticias de muertes por Selfies en los informativos. Hace poco en la televisión se transmitían las duras imágenes de un chico al que impactaba un tren mientras estaba filmando su llegada. Un accidente que pudo evitar de haber usado las referencias visuales correctas a la hora de ubicarse. También mostraron muchas otras imágenes de adolescentes y jóvenes corriendo riesgos innecesarios.
Según un estudio llevado a cabo por investigadores españoles, la cifra de muertes por Selfies se eleva a alrededor de 400 personas en todo el mundo, en el período comprendido entre 2008 y 2021. Esto quiere decir que, al menos, dos personas mueren cada mes por esta causa. ¡Y no olvidemos que el mundo estuvo confinado una buena parte del 2020! Los datos que se leen de España son preocupantes, pues es el sexto país en el ranking, con 15 fallecimientos.
Otros resultados revelaron que, aunque muchos se encontraban haciendo turismo, la mayor parte ocurrieron en las regiones donde viven las personas. Las caídas son la primera causa de muerte, seguidas por accidentes con medios de transporte, ahogamientos, armas de fuego, electrocuciones y por fotografiarse con animales. Alarma, aunque no sorprende, que el 80% de los fallecidos tenga menos de 30 años.
Sin embargo, estas trágicas e innecesarias muertes solo son la punta del Iceberg de un problema mayor. Los problemas no son solo mentales, desde un punto de vista físico, se ha documentado el “codo del selfie” como una nueva enfermedad que va ganando prevalencia, muy cercana en su descripción al codo del tenista.
A continuación, formulo algunas preguntas que nos pueden servir de guía: ¿Cuál es el objetivo de asumir estos riesgos? ¿Compensa? ¿Arriesgar la vida es la única conducta de riesgo asociada a los Selfies por la que debemos preocuparnos? ¿La obsesión por hacernos Selfies afecta nuestra salud mental? ¿Podemos hablar de adicción? ¿Qué papel juegan las redes sociales?
“Perdí a mis amigos, mi salud y casi mi vida”
Una historia puede impactar más que 100 metaanálisis científicos. Las palabras del encabezado las dijo Danny Bowman, un chico de 19 años a quien se considera el primer adicto a los Selfies. En marzo de 2014 se publicó por primera vez su historia y en poco tiempo le dio la vuelta al mundo.
Daniel comenzó a hacerse Selfies para impresionar a las chicas cuando tenía 15 años. Buscando la imagen perfecta se obsesionó y llegó a pasar más de 10 horas diarias en esa actividad. ¡Se hacía una media de 200 Selfies cada día! Este comportamiento compulsivo le llevó a dejar la escuela, perder 13 kilos y aislarse. La cosa fue a más y llegó a estar seis meses sin salir de casa.
Finalmente, intentó suicidarse con una sobredosis de medicamentos al no poder conseguir la foto perfecta. “Estaba constantemente en busca del selfie perfecto y cuando me di cuenta de que no podía me quise morir […] Perdí a mis amigos, mi salud y casi mi vida”.
Una nota importante, Danny Bowman fue sometido a tratamiento por un trastorno dismórfico corporal y no por una adicción. Lo cuál me lleva a plantearme la pregunta que da título al siguiente epígrafe.
¿Es una adicción?
El interés de los científicos de distintas disciplinas de la salud por este problema ha ido en aumento. Solamente hay que ver la producción de escritos e investigaciones que se publican en numerosas revistas científicas. Una simple búsqueda en algunas bases de datos científicas generó más de 5000 resultados.
Aunque aun no sea una enfermedad reconocida, en numerosos estudios se describe como una adicción. Desde 2014 la Asociación Americana de Psiquiatría (APA, por sus siglas en inglés) habla de la selfitis como un trastorno mental.
Consideran que esta enfermedad tiene su base en un deseo compulsivo de tomarse fotos a uno mismo y colgarlas en las redes sociales como una forma de compensar una baja autoestima y llenar un vacío con las relaciones. En ese momento establecieron tres niveles para este desorden:
1. Borderline: tomarse, al menos, tres selfies al día, pero la persona no las publica todas en las redes sociales.
2. Agudo: tomarse, al menos, tres fotos de uno mismo al día y publicarlas todas en las redes sociales.
3. Crónico: necesidad incontrolable de tomarse fotos a cada hora del día y publicar al menos seis en las redes sociales.
Viendo el ritmo desenfrenado de selfies que muchas personas llevan en sus redes sociales podría decir que estos criterios se han quedado obsoletos. Quizás esta conducta compulsiva nace de la combinación entre una baja autoestima, necesidad reconocimiento, rasgos narcisistas, soledad y síntomas depresivos.
Por favor, hay que recordar que estos indicadores previamente descritos se aplican más a la compulsión que a la conducta en sí. Como bien dije al principio, tomarse un selfie puede ser una conducta muy funcional para capturar una experiencia relevante del día.
¿Cómo podemos evaluar esta nueva adicción?
Al no ser considerada como una enfermedad, no se puede diagnosticar una adicción a los selfies. De ser posible, esto solo sería competencia de profesionales sanitarios debidamente cualificados para ello. No obstante, como fenómeno emergente si se puede evaluar.
En esta dirección se encaminaron un grupo de investigadores al desarrollar un cuestionario de 19 ítems. Los resultados iniciales revelaron que la adicción a los selfies consta de tres áreas diana:
1. Intención: Ej. “Uso el selfie como un espejo” o “me siento cómodo cuando me todo un selfie”
2. Obsesión: Ej. “Me hago selfies para obtener más Likes”; “publico constantemente para ver reacciones y comentarios” o “para cambiar mi foto de perfil con frecuencia”.
3. Autoaceptación: Ej. “Edito mis fotos para tener mejor aspecto” o “publico mis selfies para saber qué critican los demás de mi”
Adolescentes y redes sociales: la “generación del selfie”
¿Por qué esta es una conducta que engancha tanto a los adolescentes? Algunos estudiosos han planteado que esta necesidad surge los adolescentes anhelan recibir comentarios positivos, que les ayuden a ver cómo su identidad encaja en su mundo. Quizás, en esta etapa evolutiva, prima más la necesidad de reafirmación y pertenencia que el narcisismo que podría primar en otras.
En este sentido, las redes sociales les ofrecen la oportunidad de recopilar información inmediata a través de la publicación de selfies. El problema es que se fijan más en uno o dos comentarios negativos o la cantidad Likes, como si estas fueran las únicas métricas que demostraran que son importantes. Uno solo puede imaginar la vulnerabilidad de su autoestima aún frágil en un entorno así.
Puede darse el caso que reciban muchos Likes y comentarios positivos y se obsesionen con un comentario negativo. La percepción de cuánto es suficiente es muy subjetiva, para uno lograr unas decenas de Likes puede ser mucho y para otros unos cuantos miles es muy poco.
Existe evidencia de los problemas de salud mental que algunas redes sociales como Instagram o Facebook (ahora Meta) están causando a los adolescentes. Ansiedad, depresión, intentos de suicidio, entre otras, son tasas que se han incrementado considerablemente.
El fenómeno del selfie debe ser analizado dentro de este contexto, porque es una de las vías fundamentales para recibir reconocimiento y reforzar la autoestima. En este mismo blog he abordado el problema de la adicción a Facebook o analizado el lado oscuro de Instragram. Como decía, no es un problema menor y debemos tomar medidas para que no se convierta en una pesadilla para muchas personas.
¡Feliz semana!
Boris C. Rodríguez Martín PhD.